The Edge Of Glory. Capítulo 19

Capítulo 19. Lexi.

Salía del agua cuando alguien me agarró por detrás. Izan. Me tiró al suelo y me llenó de arena. Dimos varias vueltas y no parábamos de reír. La arena estaba pegada por todo nuestro cuerpo. Algunas personas que andaban por allí nos miraban y sonreían. Incluso, me pareció oír a la pareja de ancianos que estaban a nuestro lado diciendo “¡Qué bonita pareja hacen!”

Una vez que me soltó me ayudó a levantarme. Volvimos al agua y nos deshicimos de la arena que estaba adherida a nuestro cuerpo. Izan se adelantó en salir y se tumbó en su toalla boca abajo.  Avancé hacia él y me tumbé con una parte de mi cuerpo encima de él, dejando mi cara al lado de la suya. Le di un beso en la mejilla y me miró sonriente de reojo. Entonces, giró sobre sí mismo y me dejó a mí debajo de él.

-Tú estás hoy muy graciosa, ¿no?

-No más que tú.

Sus manos me hicieron cosquillas sin parar. No podía dejar de reírme, algunas lágrimas se me escaparon y fue entonces cuando golpearon a Iza. Éste paró de hacerme cosquillas y miró a su lado para ver quién había sido. El pequeño Stuart, con su pala en mano, le había dado y tenía cara de estar enfadado.

-¡Malo! Déjala.

-¿Malo? Pero… ¡Lexi!

-Gracias Stuart, eres el mejor.-Me eché a reír y le di un beso en la mejilla al niño.-Puedes irte estaré bien del señor malo.

Vi al pequeño marcharse no sin antes echarle una mirada con los ojos entrecerrados a Izan. 

-¿Señor malo? Me has hecho caer muy bajo.-Se cruzó de brazos y se sentó enfadado.

-Oh, vamos. Es con cariño, ya lo sabes.-Le abracé por detrás.

-Lo sé, lo sé.-Me cogió por la cintura y me besó.

Comimos en un bar cercano a la playa. Después del día de hoy estaba muerta de hambre. Mientras Izan pagaba, me quedé fuera sentada esperándole. Mi móvil empezó a vibrar.  Era Byron.

-¿Lexi? ¿Cómo te va todo?

-Em, bien, ¿y tú cómo estás?

-Genial. Te veo esta noche. Ciao.-La línea se cortó.

“¿Esta noche?” Desde luego este chico era más raro… Le di mil vueltas a esa frase hasta que Izan volvió de pagar. Llevaba una nota de papel en la mano.

-Adivina qué, nos han invitado a una fiesta esta noche. Así sin más.

-¿A una fiesta? Guau. ¿Dónde es?-Me enseñó el papel.

-En esta dirección. Seguro que estará genial. Quieres ir, ¿no? Sino, da igual, ¿eh?

-No, no. Vamos. Tendrá que estar bien.

Agarrados de las manos, volvimos a casa. Menos mal que pensé en echar un vestido y unos tacones. Esta noche tendría que arreglarme. A media tarde, ya lo tenía todo preparado.  La voz de Izan entró por la ventana de mi habitación. Me asomé y lo vi al lado de su coche.

-Lexi, he olvidado las llaves, ¿puedes tirármelas? Por favor.

-Claro, ¿dónde están?

-Creo que las dejé en el cajón de la mesita de noche.

-Ok. Voy.

Fui a la habitación de Izan. Tenía la ropa preparada. Sus pantalones vaqueros de siempre, una camiseta y una corbata. Me agaché y miré cajón por cajón hasta que di con la llave pero, cuando me iba a levantar, de nuevo el dolor agudo se apoderó de mí. La cabeza me iba a estallar. Apreté la mandíbula para evitar gritar y me hice un ovillo en el suelo. A tientas, me arrastré como pude y salí de la habitación. Después de eso el dolor fue disminuyendo conforme me alejaba de la habitación de Izan. Le arrojé las llaves y fingí estar bien poniendo una sonrisa en mi cara. Aunque la verdad era otra. No lo entendí por aquel entonces pero, algo raro estaba pasando.