The Edge Of Glory. Capítulo 8.

Capítulo 8. Lexi
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Abrí los ojos y miré de dónde provenía. La mano de Byron volvía a descansar en mi costado. Comprobé que mis heridas se hubieran curado por completo. En efecto, parecía que la quimera nunca me había arañado con sus afiladas garras. Intenté incorporarme pero, no lo conseguí. Volví a caer en la cama. Byron abrió los ojos y me miró asustado, luego se tranquilizó. Su rostro reflejaba tristeza.
-¿Cómo estás?-Le dije.
-¿Cómo estás tú?
-No me duele nada. Ya está curado.
-¿Y por qué no parece que estés bien?
-Solo estoy cansada. Usar tanto mis dones me debilita, eso es todo. Si descanso un poco más estaré bien.-Le sonreí.
No parecía  muy convencido pero, se conformó con mi explicación y volvió a tumbarse a mi lado. Me dormí en poco tiempo. Necesitaba descansar lo máximo posible. Cuando desperté, lo hice con un golpe seco.
-¡Perdón!-Byron estaba sin camiseta agachándose a recoger algo que se le había caído. Resoplé y me llevé las manos a la cabeza. Después de estirarme un poco,  me incorporé.
-Bueno, será mejor que me vaya a mi habitación.
-Espera, ¿ya? ¿Seguro que estás bien? No pasa nada por quedarte aquí.-Me sujetó del brazo.
-De verdad. Solo voy a darme una ducha y a despejarme. Luego volveré.
Conseguí salir de allí. Me sentía pesada. A cada paso que daba, la cabeza me daba vueltas. Esto no debería ser así. Siempre se me pasaba el dolor. Había algo que no estaba bien pero, no lograba adivinar qué. Llegué a mi habitación. Georgia estaba sentada en el escritorio y en cuanto me vio, vino a mi lado.
-¿Dónde estabas? No volviste anoche.
-Me quedé en la habitación de Byron.-Logré decir.
El dolor estaba empeorando. Cerré los ojos y apreté las manos alrededor de mi cuerpo para canalizarlo. No sirvió de nada.
-¿Hablaste con Izan?-Negué con la cabeza.-Tal vez deberías hacerlo.
Ahora tendría que poner en práctica lo que había planeado. Izan había visto el corte en mi mejilla. Tenía que engañarle. Le diría que nunca mantuvimos aquella conversación, que lo soñó, la imaginó…cualquier cosa bastaría. Siempre contaría con el respaldo de Byron por si no me creía. No sabía por qué en aquel entonces pero, la idea de marcharme de la habitación y del lado de Georgia se me hizo tentadora. Demasiado. Asentí y me marché de nuevo. Vagando por los pasillos, disminuyó el dolor.
-Lexi.-Su voz me devolvió a la realidad. Izan estaba detrás de mí, mirándome sin saber si acercarse o mantener las distancias.- ¿Qué pasó anoche?
-¿Anoche?-Aquí comienza la gran farsa.-No lo sé, pasé la noche con Byron en su habitación, ¿por qué?
-¿Qué? ¡No! Hablaste conmigo, ¿recuerdas?-Se acercó frustrado.
-Lo siento Izan. Lo habrás soñado pero no hablé contigo anoche.
Vi que sus ojos buscaban el corte en mi mejilla pero, sabía que no habían visto nada. Ya no estaba allí. Izan me miró con ojos cansados y se revolvió el pelo. Estaba confundido.
-Aunque ya que estás aquí, me gustaría pedirte perdón por lo del otro día Izan.-Si nunca habíamos hablado de eso, debía de disculparme de nuevo.
-No importa.-Se encogió de hombros cabizbajo y se dio la vuelta.
-¡Hey!-Lo paré.- ¿Todavía sigue en pie lo de mañana?
-¿Mañana? Oh mierda, yo…Tengo que cuidar de mis hermanos. Mi madre tiene que irse y no los puede dejar solos. Lo siento, es que me lo dijo ayer y, se me había olvidado con todo esto.
Mi primera opción era decir “Vaya” y marcharme sin más pero, quería estar con él, aunque tuviera que hacer de canguro.
-Puedo ayudarte con tus hermanos si quieres.-Aquello lo cogió desprevenido.
-Son un poco trasto. De verdad, no tienes por qué.
-Me gustan los niños. Podré con ellos.
-Entonces, te recojo mañana a las 4, ¿vale?-Vi una pequeña sonrisa aparecer en su cara.
****
Izan.
Esperaba a Lexi en mi camioneta en frente de la cafetería.  Miré el reloj, las 15:57. Me relajé en el asiento. ¿De verdad me había imaginado lo de la otra noche? “¿Me estoy volviendo loco?”. En mi cuello descansaba el colgante de Grace. Suspiré. Alargué una mano y me lo quité. Lo metí en la guantera y la cerré corriendo. Había conseguido quitármelo después de tanto tiempo. Tal vez…
-¡Hola!-Lexi esperaba al otro lado de la puerta de mi camioneta sonriente.
-Oh, perdona no te había visto. Sube.-Abrí el seguro y ella tomó asiento a mi lado. Llevaba unos pitillos vaqueros ajustados y una camiseta blanca holgada con unas converses gastadas.
-¿Dónde vive tu familia?
-Pues pasando el puente que está detrás del centro comercial. ¿Sabes cuál es la calle Riverton?
-Creo que no.-Se rió.
-Bueno ya lo verás. Está cerca de aquí. Gracias por querer venir de todas formas.
-No es nada. Aunque sea cuidando niños, pasamos tiempo juntos, ¿no?
Me giré al oír aquello y la vi darse la vuelta para mirar por la ventana algo avergonzada. Me reí y encendí la radio para destensar el momento. Ella pareció agradecida y se concentró en hacerse y deshacerse pequeñas trenzas en su pelo rojizo. Frené justo delante del garaje de mi casa. La puerta estaba cerrada, tendría que subirla.
-Espera, voy yo. Así no tienes que bajarte.
-Genial.
Lexi saltó fuera de la camioneta y se colocó delante para subir la puerta del garaje. Cogió el tirador que había abajo y lo elevó hasta donde llegó. Eso hizo que su camiseta se elevara dejando al descubierto el final de su espalda. Por un segundo me quedé ensimismado mirándola. Parpadeé cuando la vi haciendo gestos para que metiera el coche dentro. Puse el coche en marcha de nuevo y lo dejé dentro. Saqué las llaves y me reuní fuera con Lexi.
-¡Menuda casa!-Dijo mirando toda la parcela de mis padres.
-Espera a verla por dentro. Ven.-La cogí de la mano y fuimos hasta la puerta. Llamé un par de veces hasta que mi madre abrió la puerta.
Llevaba su uniforme de trabajo con su maletín colgado de una mano y el móvil en la otra. Nos dedicó una sonrisa y un “Me voy. Luego nos vemos. No, a usted no señor Russell”. Lexi se quedó un rato mirándola mientras se iba. Todos pensaban que mi madre era una loca del trabajo a la que no le preocupaban sus hijos pero, eso no era para nada así. Supuse que Lexi tenía ese pensamiento rondándole la cabeza desde que la vio aunque, no dijo nada al respecto.
La conduje hasta la habitación de mi hermana pequeña Grace. Tenía 14 años, una edad algo difícil. Antes de que me marchara, estábamos siempre discutiendo. Apenas tenía amigos porque era muy testadura y nadie quería estar con ella por sus rabietas. En el fondo no era tan mala, había que conocerla bien para poder juzgarla y eso la gente no lo hacía.
-Prepárate para el terror de la casa.-Lexi sonrió divertida y yo abrí la puerta.
-¡Te he dicho un montón de veces que llames antes de entrar Izan!-Mi hermana estaba sentada en la cama con su ordenador y la música a todo volumen. La paró en cuanto nos vio. Su cara de enfado se convirtió en sorpresa al divisar a Lexi a mi lado.
-Grace deja de quejarte. Esta es Lexi. Lexi, mi querida hermana satánica. Te caerá bien.-Dije con sarcasmo.
Lexi me miró confundida por un segundo. Luego se acercó a mi hermana y se sentó en su cama.
-Encantada Grace. -Mi hermana seguía sin decir nada. Se levantó de su lado y se acercó a mí.
-¿Es tu…?-Me dijo sorprendida.
-¿Mi qué? ¡Ah! No, no. Es solo una amiga Grace.-Le di un pequeño golpe en la cabeza.
-¿Amiga?-Se giró a Lexi.- ¿Eres solo su amiga?-Estaba claro que yo mataba a esta niña.
Lexi levantó las manos y sonrió tímidamente. Mi hermana se volvió hacia mí y me dijo en un susurro “Idiota”. Luego volvió a sentarse junto a Lexi. Las dejé solas y fui a buscar a mi hermano Alex. Apenas tenía 4 años. Estaba en el salón viendo la tele.  En cuanto me vio vino hacia mí con los brazos abiertos. Lo cogí y lo subí a mis hombros. Su plato de comida estaba desperdigado por la mesa. “Grace”. Lo bajé y recogí aquel desastre.  Iba a ser un día bastante largo.

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